miércoles, 19 de diciembre de 2012


UN MILLÓN SETECIENTOS MIL PARA CAFÉ
 
buenos clientes nuestros congresistas”
Tendrán severos problemas los congresistas para explicar sus incrementos salariales. Se niegan a justificar con facturas sus gastos de representación y, por ello, los han convertido en un ingreso más, sobre el cual pagan impuesto a la renta. Y ahí queda claro la característica de dicho ingreso: si paga impuesto a la renta, entonces es renta.
Es un mal precedente que los legisladores abusen de su poder y se establezcan beneficios superiores a los que cualquier trabajador del Estado puede obtener. Y cuando uno revisa la información sobre el presupuesto del Congreso, uno se puede encontrar con sorpresas desagradables.
Por ejemplo, no satisfechos con su suculento incremento de sueldos, según informa La República, existe una partida para atención a sesiones (café y comedores). En este rubro se gastan 1'700,000 soles, lo que representa más de 13 mil soles anuales por cada legislador para que tomen café durante las sesiones. ¿El café es una condición laboral? ¿Tienen ese derecho todos los trabajadores del Estado?
Los parlamentarios deben tener las condiciones necesarias otorgadas por el Estado para el cumplimiento de sus funciones, y ello incluye un sueldo digno. Pero si ellos comienzan a usar subterfugios para incrementar sus ingresos, entonces son los principales responsables del descrédito que han logrado entre la población.
La dignidad que supone representar a la ciudadanía la convierten en un negocio. El problema es que al Parlamento llega gente sin trayectoria ni currículum, que ve en el acceder al puesto una suerte de lotería que le resolverá la vida. A la política se debe llegar con la vida resuelta, dispuestos a ayudar a los demás a arreglar la suya. Pero con nuestros congresistas, parece que todo funciona al revés.
La gente decente que existe en los partidos políticos debería evitar que se consolide esta situación llena de privilegios económicos que algunos consideran significa llegar al Congreso. El representar a la ciudadanía es un honor y no un negocio. Juan Carlos Valdivia.

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