¡QUEMAS TUS
BOSQUES, DESTRUYES TU HOGAR!
Elmer Antonio Torrejón Pizarro
Con total
indignación observo perplejo como los bosques y cerros de Amazonas se vienen
quemando y destruyendo por la “absurda” idea de que atraerán las lluvias. Un
pensamiento que deviene desde épocas antepasadas, y que ha colaborado a
convertir al departamento de Amazonas, en el segundo más deforestado del país
después de San Martín.
Las
montañas de Amazonas, alguna vez fueron bosques inmensos con hábitats diversos
para la flora y la fauna; las montañas que rodean a Chachapoyas, Luya o Bagua
fueron inmensos depósitos de convivencia biológica hasta que el hombre,
principalmente provenientes de los andes, se asentó en estos espacios y
comenzaron a destruir para ampliar la frontera agrícola. Así se ha ido
transmitiendo por generaciones esta “cultura agraria” de la roza y quema. Hoy
nuestros bosques y cerros, son las caretas de esta civilización y desmedido
apogeo. La diferencia es que en siglos anteriores nuestros antepasados
igualaban su racionalidad de ampliación agrícola, con el manejo equilibrado y
la adoración a ciertos elementos de la ecología, que conllevaban a su posterior
conservación.
Hoy en
cambio ese equilibrio ecológico ha sido roto, la conservación es lo menos que
se practica, interesa más la ampliación de la frontera agrícola con la
finalidad de obtener recursos económicos a cualquier costo.
Hoy los
bosques y cerros vienen siendo quemados, por la “creencia” que atraerán las
lluvias. Craso error en el pensamiento del campesino y no campesino. No quiero
atribuir toda la culpa a ellos, quiero también apuntalar que hay errores graves
provenientes de autoridades regionales y municipales. Por ejemplo, la ausencia
de una política regional ambiental de conservación, es parte de la causa que
viene destruyendo los cerros y montañas.
Hace unos
días se llevo a cabo la Audiencia Regional, acaso se habló del tema ambiental y
sus políticas de estudio, conservación y planes de contingencia. ¡No Pues!, son
temas que no involucra fierro y cemento. ¿Qué está haciendo la Fiscalía del
Medio Ambiente?, ¿qué acciones viene realizando la gerencia Regional de Medio
Ambiente?, ¿las municipalidades han elaborado alguna ordenanza municipal para
evitar y sancionar este delito? Al parecer no existen acciones para abordar
esta problemática.
Ante esta
situación propongo algunas acciones que se deberían realizar para no permitir
estos hechos y mitigar los daños que producen:
• Primero:
El Gobierno Regional debe tener una política de estudio, conservación y respeto
por el medio ambiente, con un presupuesto asignado a cada acción y actividad a
realizar. Si no tenemos eso, estamos navegando entre nubes.
• Segundo:
Las municipalidades deben emitir ordenanzas de conservación del medio ambiente
y mecanismos de sanción económica al que destruye su entorno.
• Tercero:
Intensa capacitación en instituciones educativas y comunidades campesinas sobre
la importancia del medio ambiente y las sanciones que existen si se destruye la
ecología. Hacer hincapié que la quema de bosques y cerros no atrae la lluvia.
• Cuarto: Intervención “ex ante” y “ex post” (antes y después), y de manera articulada, de la Fiscalía del Medio Ambiente, de la Gerencia Regional de Medio Ambiente, Defensa Civil, Municipalidades, rondas campesinas y otras instituciones; en acciones de conservación, contingencia y/o reparación de daños; y no dejárselos solamente a la Comunidad o a los Bomberos que exponiendo sus vidas afrontan el problema.
• Quinto: Es necesario un registro catastral de los bosques y cerros, donde justamente ocurre esta catástrofe, y a partir de allí identificar a los actores y dueños de estos espacios, quienes son principalmente los que inician con las quemas. De esa manera se tendría un mejor manejo de las capacitaciones, conservación y sanciones.
• Cuarto: Intervención “ex ante” y “ex post” (antes y después), y de manera articulada, de la Fiscalía del Medio Ambiente, de la Gerencia Regional de Medio Ambiente, Defensa Civil, Municipalidades, rondas campesinas y otras instituciones; en acciones de conservación, contingencia y/o reparación de daños; y no dejárselos solamente a la Comunidad o a los Bomberos que exponiendo sus vidas afrontan el problema.
• Quinto: Es necesario un registro catastral de los bosques y cerros, donde justamente ocurre esta catástrofe, y a partir de allí identificar a los actores y dueños de estos espacios, quienes son principalmente los que inician con las quemas. De esa manera se tendría un mejor manejo de las capacitaciones, conservación y sanciones.
Son estas
cinco propuestas, una partida inicial para afrontar esta problemática, existen
otras que podrían también tomarse en cuenta. Estas acciones permitirían
conservar los cerros y bosques de nuestro departamento, conllevaría a tener una
“cultura de conservación” del medio ambiente, apuntaría a tener planes de
contingencia de manera articulada para afrontar los daños y consecuencias; en
suma, evitaría no solamente la destrucción de nuestra flora y fauna, evitaría
la muerte de personas, tal como ocurrió en el Poblado de Chocta, donde ha
muerto una persona debido a la quema de cerros y bosques.
Está en las
autoridades y la ciudadanía la protección y conservación de nuestro hábitat, la
convivencia equilibrada en nuestro hogar. ¡No más bosques y cerros humeantes,
no son chimeneas; cuidémosla porque son la vida misma!
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