HISTORIAS NO CONTADAS
¿Podemos decir que escribir o publicar algo es un acto muchas veces
salvaje?, ayúdenme a confirmarlo por que
no existe mayor agonía que llevar una
historia que no ha sido contada dentro tuyo. Aferrarse al frágil madero de un lápiz
hace falta de cierto arrojo y desenfado para dejar que las palabras
deambulen libres sobre las arrugadas hojas del inseparable block o a la
pantalla del monitor. Escribir esas historias permite liberar
la agonía y el peso que supone todo lo no dicho, todo lo que nunca se dijo, como
todo lo que puja para salir a la luz y salir del encierro prolongado. Escribir
es una manera de recuperar lo perdido, apenas las ideas surgen uno quiere
arriarlas y empujarlas a un mismo lugar. Escribir significa darle sonido al
silencio forzado de esas historias que aún no han sido contadas, romper las
cadenas auto impuestas pero no por miedo. Escribir para contar esas historias
se lo hace con palabras dóciles y además sin temor a nada, por que esas
palabras nunca son hechas para someterse a un estricto control de calidad y de
sentido. Las palabras nacen de la sangre y el palpitar de un corazón, por más
que pretendamos rebautizarlas en las aguas quietas de la razón. Las palabras
contadas en esa agonía de las historias no contadas muchas de las veces se
expresa por dolores y mas no por temor, las palabras vienen a darle voz a la
opresión, a la herida que aún supura, al grito de descontento y también, al del
éxtasis. Al deseo encubierto y al recuerdo no muy antiguo, pero confirmo que también
a esos, a los sueños que se resisten a ser olvidados, al recuerdo amordazado, a
la emoción contenida, al amor cautivo, a la verdad oculta por los protagonistas de esa historia no contada.
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